Nieves huamantlecas, evocar infancias

*Cualquier sabor que pueda imaginarse, desde pulque, maíz, muégano, limón, mango, chicle, rosca de reyes y pan de muerto, encontrará en el Pueblo Mágico, donde se nos per mite regresar a nuestra niñez con el postre congelado y miles de titeres

Carolina Miranda

Huamantla, Tlax.- Imagine un sabor, sea cual sea y de lo que sea. Ahora deténgase un momento frente a las neveras: verá, olerá y escuchará una lista interminable de sabores de helados y nieves, incluso aquellos que jamás pasaron por su mente.

Mientras le extienden una y otra y otra cucharita de plástico con pruebas del postre congelado, oirá que podrá saborear de cualquier origen que le llegue a sus recuerdos de sus sentidos.

Se sorprenderá como en este Pueblo Mágico de Huamantla le ofrecen de pulque, de curado de pulque, maíz, muégano, limón, mango, uva, tamarindo, guayaba, chicle, rosca de reyes, pan de muerto, chocolate, menta, piñón, nuez, fresa, frutos rojos, dulce de leche, crema y leche… y un sinfín más.

Cuando uno camina por los portales de la Plaza Central de Huamantla -una antigua nación otomí y náhuatl con una arraigada cultura ibérica- y deambula por el parque, se topa con cubos repletos del manjar, con coloridas imágenes que invitan a probarlos.

Convertirse en un niño o niña es fácil conforme se avanza por las claridosas calles que llevan al Centro Histórico, uno de los Pueblos Mágicos de mayor carácter de Tlaxcala. En cada esquina se ofertan helados y nieves para alegrar el corazón.

No basta con uno, es necesario llevarse a la boca de distintos colores, sabores, combinarlos, meterlos en un vaso, en una hoja de maíz o en conos crujientes que nos regresan a nuestros años infantiles.

Son inevitables, no sólo por su tradición, sino porque aquí, hogar del Museo Nacional del Títere, el más grande de México en su tipo, es necesario cumplir con todo el ritual de la niñez y ser felices.

Empanzonarse del postre congelado mientras se observan dos mil 500 figuras inmóviles en un edificio del siglo XVIII, con títeres y muñecos del siglo XIX, así como marionetas de países tan diversos como España, Francia, Alemania, China, República Checa, Argentina, Venezuela, Colombia y Estados Unidos.

 

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